No sé pero me resulta un poco difícil valorar lo logrado. A pesar del esfuerzo , la conciencia de cambio y las ansias de libertad REAL. Y aún así se me ensombrece la esperanza y con ella se marchitan uno a uno mis deseos. Me niego a que sea así. No no y no! Pero no puedo evitar despertarme y verme indefectiblemente atrapada una vez más en este ciclo. Cara a cara con mí misma.
La oscuridad en la mirada, la penetrante y acechante mirada que Leonora Carrington nos da, plagada con una severidad y seriedad que pareciera afirmar con total casi-impotencia la inefabilidad e irrevocabilidad de los hechos.
Cómo hacerme entender que el sentirme así es inevitablemente parte del mismo proceso. Cómo tolerarlo y no morir en el intento.
Aprender a aprender.
Cómo tranquilizar mi desesperación frente a mis inseguridades y miedos sin dejar que éstos me corroan.
...Y como hoy, me levanto una vez más con un dejo de amargura y tristeza que duele y mucho. Es esa amargura que roza la impotencia, es esa tristeza que dificulta el habla.
Y aún así y a pesar de todo te veo . Hermoso. Con tu mejor VOS, entregándose a mi caprichoso ciclotímico aunque bien intencionado YO.
Y me odio. Odio cada una de mis fibras. Y en ese odio me pierdo. Y en ese perderme me vuelvo a encontrar con toda la fragilidad y el cansancio que amerita una vida que quiere ser vivida en plenitud.
Que fluya la vida eróticamente:
el llanto y la risa,
el gozo y la muerte,
tú y yo,
aquí y en el lejano oriente.
Silencio.
La lluvia ya se anuncia. Si quieres saber de mí, olvida este banal intento de aportar explicaciones: quémalo y lanza semillas al campo.
Todas las palabras mienten;
pero los dedos con los que deseo hacerte garabatos en el cuerpo, no.
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Debajo de nuestras piernas hay un mundo y allí crece la hierba que se deslizará para hacer nuestro camino hacia el paraíso ingobernable que deseamos, mientras las insulsas letanías del castillo de cemento se desmoronan.
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