Monday, May 11, 2009

¿Y si no quiero seguir jugando?



Pensar sentir sostener dejar y aceptar finalmente que las cosas cambian. Con un cambio que duele, entristece pero que a su vez corrobora-una vez más como tantas otras- que la felicidad y el bienestar son momentos compartidos que duran como tal y que se extienden sólo al llamarlos a través de nuestra memoria que por supuesto también distorsiona. Y pienso en el hoy, en lo que pasa en estos cambios que si bien nos exceden nos atraviesan íntegramente. Y es doloroso e inevitable pero también es signo de un movimiento y un devenir que está profundamente ligado a la esencia misma de vida.Y cuando esperamos que algo que no es el yo trate de recuperar la magia y el encanto de nuestro paraíso perdido, es en ese momento en que nos topamos inevitablemente con la ilusión omnipotente de que el amor todo lo puede. Porque el amor “puede” muchas cosas siempre y cuando nosotrxs podamos con el amor. Y sí cuando pienso en rutina no pienso ya ni siquiera en días ni en horarios ni en actividades sino en cómo la manera que unx desarrolla su relación hacia unx otrx también sufre procesos de asimilación que (nos) colocan en lugares en que no deseamos estar (y que muchas veces aceptamos) y generan lazos que si bien pueden ser genuinos y sinceros se transforman casi arbitrariamente en películas ya vividas, fracasos compartidos y más y más lugares comunes. Y entonces me veo siendo lo que soy en situaciones de este estilo: una necia que levanta la bandera de la falsa sinceridad que no hace más que expresar verbalmente algo que nunca (al menos según mi limitada percepción de la realidad) podrá resolverse a través del habla y aún menos del pensar. Ese algo que está en constante devenir, imparable, incontrolable y que nos impulsa a seguir deviniendo forzosamente hasta el final. Esa potencia espontánea de no-estatismo manifiesta a través de un eterno juego de oposición (sea lo que esto fuere, y por así decirlo) que no tiene, tuvo ni tendrá ganadorxs, un juego cuyo fin es sí mismo.


(Nota de la Autora: Elijo llamarla juego para ser positiva , ya que honestamente , denominaría a la vida como la mayor experiencia macabra hacia una verdad comprensiblemente inexistente o incompresiblemente existente, da lo mismo)